Foto: Dr. Fernando Cervigón.
Gregorio Marcano Velásquez, conocido cariñosamente como “Goyo Natalio” nació un 24 de diciembre de 1924, en el sector La Loma, calle Sucre de Punta de Piedras, hijo de Obdulia Velásquez y Natalio Marcano. Desde muy niño hacía sus largos recorridos por las playas de Cubagua, en compañía de su padre, considerado uno de los mejores buzos de su tiempo en Punta de Piedras, esas aventuras le sirvieron de enseñanza en el arte de la pesca artesanal. Trabajó en la extracción de tripa`e perla. Laboró en el muelle Internacional de El Guamache durante la bonanza del Puerto Libre y llevó a cabo actividades en los remolcadores de las gabarras que traían el agua potable a la isla de Margarita.
Goyo Natalio se convirtió en un afamado “nasero”, es decir, un pescador que empleaba el arte de pesca conocida como nasa. “Amucha honra” solía decir cuando lo llamaban “nasero”. Goyo Natalio también se destacaba en la elaboración de este instrumento de pesca con el que se ganaba la vida. En el momento de lanzar y levar, era sorprendente su habilidad para marcar y localizar las nasas en el fondo del mar, tan solo con un pequeño garapiño y el registro mental de sus marcas. Goyo fue muy amigo del Dr. Fernando Cervigón, con su trabajo de nasero colaboró bastante con él en el suministro de muestras de peces.
Foto: del álbum de la familia Marcano.
A sus 21 años, ya tenía una hija con Fabiana Narváez, de nombre Carmen. Comienza a formar una familia al lado de Josefina Lárez, su compañera de vida dedicada por entero a las labores del hogar, de cuya unión nacieron: Eneira Josefina, Gregorio José (difunto), Nellys Josefina, Orangel Rafael (difunto), Daniel Rafael, Carmen Obdulia, Jorge Luis, Yoleida Josefina, Yajaira Josefina, Nancy del Valle, Odalis Janeth y Tibisay José. Abuelo de 33 nietos, 55 bisnietos y 14 tataranietos.
En su hogar natal, ubicado en La Loma, vio crecer a sus hijos, allí construía sus nasas y palangres, con los que les daría el sustento y una educación formal, hasta verlos convertidos en profesionales. Tuvo una ranchería en La Cabecera en la isla de Cubagua y tres botes: “El Turco”, “El Tres Hermanos” y “La Eneira”, esta última se hundió viniendo de Los Roques y nunca la encontraron. De sus hijos, Daniel, fue quien siguió sus pasos en el mundo de la pesca, haciendo honor a una labor tan sacrificada.
Los diciembres en el sector La Loma, tal vez por ser el mes de su cumpleaños, aunado a Las Pascuas, el ambiente se tornaba festivo, alegre, con aroma a parrandas. Goyo Natalio, en esos días no cortaba rollos de alambres para fabricar sus nasas; se dedicaba a preparar su furruco y junto con Andrés Silva, quien afinaba su cuatro, Francisco “Paco” Rodríguez, lustraba su charrasco, y José Mercedes que preparaba las diversiones. De alguna manera, ellos influyeron en las nuevas generaciones para formar grupos dedicados a las parrandas, aguinaldos y diversiones que recorrían las calles del pueblo. Con el transcurrir del tiempo, hubo que dejar la casa natal para mudarse al sector Pueblo Nuevo.
A pesar de no tener una formación académica, Goyo se propuso y logró emprender un negocio sin dejar atrás sus faenas de pesca, incursionó en el comercio estableciendo un Bar Restaurant de nombre “La Esquina”, situado en su Loma querida. Jamás dejó de levantarse a las tres de la madrugada para salir a levar, llevar el alimento a su hogar, vender su pesca y al terminar la faena atender personalmente su Bar Restaurant.
Es asombrosa la cantidad de cuentos y anécdotas contadas por sus amigos de parrandas navideñas, diversiones, actos culturales y presentaciones en la radio insular en las cuales intervino. Demostró con su canto, con su décima oportuna e improvisada, de una manera empírica, pura y de la buena, su sabiduría y su talento natural. Manejaba las métricas y las rimas, la sinalefa y cuanta licencia métrica existiera.
En una oportunidad en los años 1966-67, el Dr. Fernando Cervigón hizo una exposición de pinturas y fotos en el Centro Social Tubores, los invitados fueron Francisco “Chico Toño” Mata y su conjunto, luego de terminar su actuación, Chico Toño Mata bajó a saludar al público y terminó cantando gaitas y polos con Andrés Salazar y Goyo Natalio. Sus hijos hoy lamentan no haber guardado tan bellas composiciones, que en aquellos días les dictaba, se paraba esporádicamente de su chinchorro o en cualquier otro momento y les decía: “escriban esta”. Hombre de una mente prodigiosa para improvisar en las parrandas, su jocosidad lo llevó a ser un parrandero versátil.
Gregorio Marcano, “El Nasero” como se le consagró en la Maestranza de Maracay, estado Aragua, en las dos oportunidades que le tocó representar al estado Nueva Esparta, allá por los años 1970 como integrante de la Delegación Cultural que, junto al conjunto “Los Navegantes”, Cesar Luis Lárez (Morocho) y la niña prodigio, Florecita Arcay, le dieron Honra y Gloria al municipio Tubores, a la Federación de Centros Culturales, a la isla de Margarita y por ende al estado Nueva Esparta. El reflejo del acto es firme en el tiempo: Goyo, como lo que era, un margariteño auténtico, honesto, humilde y venciendo su timidez ante cámaras televisivas y múltiples reflectores, furruco en mano y sus nasas rodeándole, se lucía altivamente ante miles de personas y delegaciones internacionales invitadas que aplaudían sus malagueñas, sus polos y galerones. Resultaba extraordinario verle dueño de ese espacio haciendo transcendental su vivencia.
Pero el 21 de enero de 1997 se quedó el bardo silencioso en su voz y su trovar. Se apagó una de las voces folcloristas de Punta de Piedras, su furruco guardó silencio en La Loma. Su huella quedó plasmada en un canto, en el álbum “los Viejitos de mi Pueblo”, titulado “Adiós Goyo”, un pasaje, letra de Luis Gil, en la voz de nuestro recordado, Alejandro “Pelón” Hernández, con la Dirección musical de César Velásquez “El Negro”.
La música que acompañó su sepelio, afloraba los recuerdos de este cantor natural, de este cantor que aprendió con el mar. Goyo Natalio fue un verdadero cultivador y representante de la cultura musical de Margarita.
Interesante!!!!