«Tierra de sueños: Antología» es el primer libro de la escritora, poetisa, editora, correctora de estilo, narradora, bloguera y creadora de contenidos Levannys Figueroa —conocida en las redes con el pseudónimo Leva D’Morningstar—. Si bien hasta la fecha la cumanesa tiene un número considerable de obras —dos novelas, dos compilaciones de cuentos y un poemario—, este viene a ser su estreno formal en el mundo literario venezolano e internacional.
«Tierra de sueños: Antología», como su nombre lo indica, es una compilación de cuentos pertenecientes al género del horror con un interesante matiz: el origen de cada relato es onírico. Además de un prolijo desarrollo en todos los apartados —sin rellenos innecesarios— y del manejo de un exquisito lenguaje literario —y poético en ciertos puntos—, el texto destaca por la notable influencia de grandes figuras las letras del terror, como Edgar Allan Poe, Stephen King o Howard Phillips Lovecraft.
Es importante acotar que la autora padece de albinismo, y las limitaciones oculares propias de esta condición no han sido limitantes para ella en su carrera.
«Tierra de sueños: Antología»: análisis
La obra está compuesta por 27 cuentos distribuidos a lo largo de 291 páginas y 50 mil palabras, prolongación común de una novela promedio. A su vez, el texto cuenta con una nutrida y completa forma de ser contado, puesto que presenta narradores tanto protagonistas, como testigos, también omniscientes y equiscientes.
Hay una riqueza considerable en lo que a temáticas se refiere, pues cada texto es un mundo en sí con conflictos y giros argumentales propios y bien logrados. Sin embargo, los lectores más minuciosos notarán las sutiles interconexiones entre cada universo. Esta última cualidad dota a «Tierra de sueños: Antología» de un aura interesante e intrigante —sin dejar de ser terrorífica en sí— que envuelve a aquellos que se adentran en sus espacios y hace que apartarse de la lectura sea dificultoso.
El lenguaje usado es acorde a cada historia abordada. Se nota una honda preparación por parte de la autora en lo referente al estudio del idioma, la gramática y la escritura como profesión. «Tierra de sueños: Antología» está repleta de recursos literarios —epifonemas, antítesis, perífrasis, ironías…— esparcidos equitativamente a lo largo de la obra, de manera que no resultan chocantes, sino que aderezan cada recoveco de las diversas tramas en los momentos justos.
Las extensiones de los cuentos son variadas —unos muy cortos, como “Voces en la oscuridad”, y otros considerablemente largos, como “El tónico”—. No obstante, las dimensiones obedecen a lo que cada creación literaria ha requerido, de allí que resalte el hecho de que “no hay rellenos”. Esto último es una problemática muy común en la literatura contemporánea, un vicio al cual se recurre para “engrosar” el libro, confundiendo extensión con calidad. «Tierra de sueños: Antología» es ajena a este mal hábito.
El mundo onírico de «Tierra de sueños: Antología»
Este aspecto fue uno de los que más me atrapó de la propuesta literaria de Levannys Figueroa. El solo hecho de saber que cada cuento es una imagen de algo vivido en sueños por la autora te deja muy pensativo, y, en cierta manera, perturbado.
Si bien hay parajes cuyas descripciones te trasladan y te hacen querer estar allí, hay otros que dejan un muy mal sabor de boca por lo grises de sus espacios y los oscuros de sus habitantes. Entonces, ante la notable animadversión que vuelve a presentarse, la idea de que dichos infiernos fueron soñados y vividos por alguien en su mente hace lo suyo de nuevo en la psique.
El terror en «Tierra de sueños: Antología»
El horror es, sin temor a equivocarme, el protagonista principal de todo el texto. Y, aunque algunas de sus apariciones siguen fórmulas conocidas, puedo aseverar que hasta los lectores más asiduos del género se encontrarán con innovaciones y reinvenciones argumentales que les sacarán de sus zonas de confort, al punto de hacerles sentir incómodos.
Sí, «Tierra de sueños: Antología» tiene muchos fragmentos crudos de leer. Cuando se trata de ser despiadada y sangrienta al momento de narrar, Levannys Figueroa asume su rol sin contemplaciones. Cuentos como “Stramonium” y “La hora cero” son una muestra inequívoca de ello.
Es en este aspecto donde los amantes de la literatura de King, Poe y Lovecraft se sentirán como en casa. Ahora, es necesario hacer énfasis en el hecho de que, aunque Figueroa se inspiró en los estilos de estos maestros, ella está enarbolando su propia firma, su voz. Entrar a la «Tierra de sueños: Antología» es corroborar esta premisa, y yo invito, muy convencido de ello, a que lo hagan.
Prólogo de «Tierra de sueños: Antología»
Participé de manera muy cercana en esta obra, no solo fui el corrector de estilo y el editor, sino que la autora me cedió la dicha y el honor de prologarle, distinción que asumí con mucho respeto.
Luego de conversar con ella al terminar la publicación formal en Amazon, a Levannys le pareció prudente que compartiera las palabras del prefacio que le hice, así que, aquí se las dejo.
Prólogo de «Tierra de sueños»
“Cuando Dios despierte se acabará todo. Yo he despertado muchas veces, y con el abrir de mis ojos he fracturado más de mil mundos”, escribí una vez hace años, cuestionando la realidad que nos circunda y enarbolando una tesis sobre los territorios oníricos que procuramos cuando recurrimos al sueño. Quizá allí en mi ensoñación hay un hombre que dijo la misma frase y la tomé de él, sin fijarme, y en los sueños de este se encuentra otro sujeto que también ha musitado lo mismo e inspirado al que habita mis sueños, y es muy posible que alguno de todos los que residen en esas utopías sea Dios mismo temiendo que su otro yo despierte.
Más allá de estos supuestos planteados, hay algo muy cierto: desde el principio, el mundo onírico ha cautivado la atención de los hombres, quienes le han otorgado una merecida aura de misticismo por los misterios que encierra este plano y por la infinitud de cosas que allí pueden ocurrir, tanto dulces como terribles. Y como era de esperarse, el espacio de la ensoñación ha sido motivo para que cientos de poetas y escritores hayan hecho —y hagan— de las suyas sobre el papel. “La vida es un sueño”, dijo Calderón de la Barca; “… siempre estuve allí, preguntándome, temiendo, dudando, soñando sueños que ningún mortal jamás se atrevió a soñar antes”, escribió Edgar Allan Poe en El cuervo; y “El sueño podría haber sido más que un sueño. Era como si una puerta en la pared de la realidad se hubiera entreabierto… y ahora todo tipo de cosas no deseadas volaban a través de ella”, plasmó Stephen King…
La autora de la obra que ahora prologo —y que tuve la dicha de corregir y editar— no es extraña a esta musa, de hecho, podría decir que ella es una suerte de escriba escogida por los habitantes del mundo onírico para traer a este plano lo que allá acontece. Su papel es tan genuino que escribe de forma exclusiva sobre el tema, y los textos que leerán a lo largo de Tierra de sueños dan fe de ello, pues han nacido únicamente de lo que ella ha vivido mientras sueña… cada historia es extraída letra por letra de lo más profundo de sus parasomnias.
Leer a Levannys Figueroa, entonces, es adentrarse a su psique; cada cuento es una puerta fantástica abierta a su inconsciente y su ilimitada imaginación. No obstante, contrario a lo que pueda creerse que ocurre en los territorios de este tipo, dentro de este espacio onírico que nos desvela la autora todo está muy bien estructurado, los elementos cumplen su debida función, no hay rellenos, los personajes están bien sustentados y desarrollados dentro de las diversas tramas, y, lo mejor de todo: lo inesperado hace gala a la vuelta de cada hoja. Este aspecto es uno de los factores que más me atrapó mientras leía, e hizo un excelente trío junto a un horror muy crudo y una manera sumamente perturbadora de describir las diversas tragedias que acontecen. Y es que ya se ha escrito tanto de tantas cosas en este género, que los giros argumentales suelen olerse a cientos de frases a distancia, sin embargo, en Tierra de sueños no ocurre así.
Otro elemento clave a tomar en cuenta sobre la obra de Figueroa es lo rico de su léxico y el elegante abordaje de la narrativa. Sus líneas denotan una notable influencia de Poe, y no resulta extraño esto, pues estamos en presencia de una ávida lectora del estadounidense. Ella, siglo y medio después —luego de devorar toda su obra—, ha sabido tomar lo mejor del estilo de Édgar, sin descuidar, por supuesto, su propia voz literaria. Este aprecio por el creador de El gato negro puede evidenciarse en el cuento “Antes de morir”, texto que, estoy seguro, dejará a más de uno pensando sobre qué tan sólida es nuestra realidad y aquello a lo que llamamos “tiempo”.
Quizá el ingrediente que más me asombró del trabajo de la escritora es que, si bien hablamos de una antología de cuentos que parece constar de piezas dispersas, no es así, o, por lo menos, no del todo. En cada relato hay pequeños hilos que permiten entrelazar las historias entre sí, desde “El País de los Monstruos” hasta el cuento homónimo que da nombre a la obra —y sí, me refiero a “Tierra de sueños”, el cierre—. Esta cualidad terminó de sellar mi veredicto respecto a la antología, a la cual considero un texto literario en toda la extensión de la palabra, pues se sustenta por sí misma sin necesitar más que del ingenio, del empeño, del cuido por lo bello y el buen uso de los distintos recursos que el idioma nos brinda.
No puedo dejar por fuera el hecho de que Levannys está presente en cada relato, no solo es quien cuenta y da las pinceladas a los escenarios y situaciones, no; ella es quien se adentra en los tenebrosos lugares, es quien corre y se espanta, es quien persigue y devora, es quien mata y muere, es la peste y la cura repentina, es el Dios que se levantará pronto de su letargo y al que cada habitante de la Tierra de sueños pide con insistencia que no logré despertarse del todo.
Juan Ortiz
Sobre la autora, Levannys Figueroa
Levannys Figueroa es una escritora venezolana de 29 años nacida en la ciudad de Cumaná, capital del estado Sucre, el 21 de mayo de 1994. Es hija de Sulay Fuentes de Figueroa y Carlos Figueroa Mago, quienes, cuando la escritora apenas tenía 2 meses, se mudaron a la Isla de Margarita, estado Nueva Esparta.
La autora aprendió a leer por su cuenta a los 5 años, y desde entonces ha estado ligada al mundo de la literatura, atraída por los cuentos fantásticos y el terror. Con tan solo 8 años, era asidua lectora de Horacio Quiroga. En su adolescencia desarrolló un fuerte apego por la literatura de Edgar Allan Poe, lo que más adelante marcaría su obra. Aunque desde niña creaba historias en sus cuadernos, su primer cuento formal lo escribió en 2014, a los 20 años, y lo tituló “Campamento Asthath”.
Desde temprano, Figueroa también ha estado unida hondamente al dibujo, y su pasión la llevó a titularse en el 2014 como Técnico Superior Universitario en Diseño Gráfico en el Iutirla. Posteriormente, hizo un componente de Formación y Capacitación Docente en la Udone (2017).
A Levannys Figueroa no la detiene nada en su proceso creativo, ni siquiera las limitaciones visuales propias del albinismo. Al respecto, ella dice: “Todos podemos volar sobre nuestras limitaciones, solo necesitamos la motivación correcta. La mía son las letras, pues me han salvado más veces de las que soy capaz de contar”.
Sí, Leva D’Morningstar —como reza su pseudónimo— es albina, y, si no me equivoco, es la única escritora de terror con esta condición en Latinoamérica. Hasta la fecha, tiene más de cincuenta cuentos y dos novelas inéditas —«Sombras arcanas» y «Parasomnia»—.
Paralelamente a su labor literaria, en la actualidad Figueroa trabaja en varios proyectos simultáneos: el canal de YouTube “Sombras Arcanas” —conjuntamente con el diseñador Luis Cedeño—, donde habla de cine, libros, leyendas, historias y más, así como también en su blog literario de Facebook Leva D’morningstar.
La portada de esta ópera prima fue realizada por el diseñador Luis Cedeño. No dejen de seguirlo en Instagram: @luiscdesign.
Los interesados en comprar su libro en Amazon pueden hacerlo en el siguiente enlace:
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