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«Desasosiego»: el treceavo poemario del margariteño Juan Ortiz

Por Levannys Figueroa, Isla de Margarita, 07/01/2024



Desasosiego (2023) es la dieciochoava publicación del poeta y escritor venezolano Juan Manuel Ortiz, y su treceavo poemario. Si bien la obra ha salido en formato de autopublicación en Amazon, hay planes de sacarla en 2024 de la mano de Letra Grupo Editorial, casa habitual de los textos del autor en los últimos años.

 

La imagen siempre presente de la Tierra de la Sal

 

Desasosiego abre una puerta a la melancolía y la belleza del eterno extranjero, del inmigrante que, pese a haber nacido en un lugar y radicar en otro, no pertenece a ninguno, aunque lo intente. "Punta de piedras y su permanencia”, el primer poema en prosa, marca el tono de toda la obra: nostálgica y brutal a partes iguales. 

 

Las imágenes creadas por el poeta en esta antología son, simplemente, literatura y magia. Tal vez se le podría llamar alquimia, de no ser porque el arte se huele a la distancia. Las metáforas, las figuras y los Juegos de palabra son, asimismo, una constante en Desasosiego, que es un canto a la tierra que se extraña y una estrechada de manos al país de acogida. 

 

Ortiz, como siempre, se muestra amigo del común, del pescador y del artesano, de los desvalidos y los maltrechos, del hombre humano —y no, no es una redundancia, porque hay Adanes que son monstruos—. En Desasosiego, el profesor exalta la importancia de la introspección y la bendición que llega a quienes aceptan su normalidad y su finitud. 


El “ser” y sus luchas

 

El isleño también hace alusión al existencialismo: habla del individuo y del ego que tanto ha visto dentro del oficio y fuera de este. Mientras pasan las páginas, escribe una cruda critica al egoísta, al prepotente y al narcisista, se vuelve un espejo, el cuadro de Dorian Gray que pregunta: "¿has sido tú otro Cristo en este viaje?, ¿no has fallado nunca ni dañado a nadie?".

 

En poemas como "Poemeterium", Ortiz también honra con sutileza a los artistas sin nombre, a los seres del día a día que hacen poesía sin saberlo y sin que les importa que nadie se entere. Asimismo, aborda la muerte y el trabajo, siempre con esa vena tétrica tan particular de su estilo. 

 

Innegablemente, los textos tienen vida propia, no pueden evitar ser más que cuentos relatados desde el quiebre del alma, desde un café, una mosca. También existe un reproche más evidente hacia los “intelectuales”, quienes creen que por ostentar un título o un cargo son mejores que el poeta del tranvía o la mesita de noche. Este no es un llamado a la “muerte de los eruditos”, sino a la búsqueda de la humildad, que no es lo mismo que la pobreza. 

 

Esta crítica puede leerse en “Canto a los intelectuales”. El texto no es un agravio caprichoso, ni mucho menos, sino un recordatorio de que todos los trabajos merecen ser reconocidos como importantes, lo que no sucede en el caso del pescador, del herrero, del albañil… gente que construye y alimenta y a quien nadie le agradece. Aquí, Juan Ortiz expone el arte de estos trabajos menospreciados. El poeta hace un ejercicio de consciencia y eleva las labores y la sapiencia del barrendero y el mecánico. 

 

La banalidad de la existencia

 

El maestro Juan ahonda con humor en el paso del tiempo: el que aún no transcurre, el vivido y el que queda... Se burla de sus propias letras, de sí mismo, de la ironía del parentesco y la similitud entre su ínsula y el país de argento. En "Un hombre que será olvidado" asombra una rima repentina y un ensayo sobre la pobreza y la necedad del alma de algunos. 

 

La presencia helénica

 

Desasosiego cuenta con claras referencias a la mitología —tema que el autor ha estudiado con cuidado y del cual ha echado mano en varios proyectos anteriores—, pero siempre con fines metafóricos, recursos literarios que abundan en sus letras y enriquecen este poemario. 

 

De igual manera, el amor no se salva de ser traído a colación, mencionado con la traviesa y sincera mirada del neoespartano, quien es Ares y Afrodita entre sus párrafos, quien se cierne callado en la vigilia y habido de palabras frente al papel. El cariño a su terruño es el cariño a su madre.

 

La belleza de lo sucio

 

En algunos textos —como en "Seguramente leíste a Bukowski" o "Communis homo", por ejemplo—, se nota un realismo sucio que jamás peca de vulgar y que, por lo contrario, puede llegar a ser el ancla de quien necesita pisar tierra. 

 

La oscuridad no es desconocida para Ortiz, quien crea imágenes sombrías sobre las guerras de Yemen e Irán y abofetea con ellas a los dormidos de la red y los ilustres de pantalla. Desasosiego es, como lo dice el mismo poeta "casa y voz de los marginados". 

 

Desasosiego: un espejo para mirarse más de una vez

 

Tampoco se puede ignorar una espiritualidad adyacente cuando el insular habla de Dios o del karma, de las desdichas del hambre y la injusticia social. Esta aura mística, por supuesto, le viene de su raza, de su tierra de sal, de los sueños que hablan de peces, de caracoles y de hogares, de gente y palmeras. Los poemas incluidos en Desasosiego no buscan ser hermosos, sino contar una historia. 

 

Desasosiego es encuentro y desahogo, es reflexión y días grises, pero también es una clase magistral de poesía urbana, de técnica lírica y de expresión artística concienzuda. Sin duda alguna, su lectura invita a un debate frente al fuego —el del sol en el Caribe o el de las brasas en el invierno— y al pensamiento sosegado, a valorar la presencia de los afectos, el trabajo, el techo y el pan.


Pueden adquirir la obra haciendo clic en este enlace:

 

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